lunes, 28 de septiembre de 2009

El Carabobeño , Lunes 28 de Septiembre de 2009

Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín

Cuando se esperaban anuncios que permitieran solventar la dolorosa situación del Ateneo de Valencia, donde se encuentra en situación de peligro la más importante colección de Arte Venezolano de la segunda década del siglo XX, el Consejo Legislativo acuerdo solicitar la expropiación de los inmuebles y del patrimonio, que pasarían a propiedad de la inexistente universidad de las artes, por lo menos en el estado Carabobo. Quizá el legislador Augusto Martínez no se ha dado cuenta de que, cuando él hizo ese anuncio, estaba repitiendo el mismo discurso que utilizó el general Luis Felipe Acosta Carles, siendo gobernador del estado, para exterminar al Ateneo de Valencia como uno de los centros culturales de mayor prestigio en el país por su ejemplo de estímulo a las Artes Plásticas y a la Literatura Venezolana. Según afirmó el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, el gobernador Acosta Carles traicionó a la Revolución Bolivariana por lo cual fue derrotado en su aspiración de continuar al frente de este estado. Sin embargo, por mayoría de votos el Consejo Legislativo, aprobó recomendar al Ministerio para la Cultura que se cumpla la aspiración del ex gobernador. Olvida el legislador Martínez que el general Acosta Carles fue quien envió a sus secretarios de Educación y Cultura a tomar el Ateneo, con el argumento de que allí no le pagaban a los trabajadores cuando él, con todo el dinero que dispuso, pudo cancelar las deudas y exigir la elección de una nueva junta directiva para que la institución pudiera seguir funcionando. El caos Pero prefirió crear un caos, violando leyes sin tomar en cuenta que el Ateneo de Valencia es una asociación civil de derecho privado de carácter cultural, no partidista, ni religioso, sin fines de lucro, con personalidad jurídica y patrimonio propio. Acosta Carles ordenó la expropiación de la sede de la institución y de su patrimonio artístico. Esto no se cumplió pero un grupo de sus simpatizantes se aprovechó de la situación para invadir el edificio en nombre de los trabajadores. Cuando el gobernador cayó en desgracia, aquellos aprovechadores lo abandonaron y les fue tan bien que ahora ocupan altos cargos en el gobierno municipal o están dedicados a actividades privadas lucrativas. Y el Ateneo quedó convertido en un lugar para actividades de un sector político disfrazadas de actividades culturales. Extrañamente la institución, que era orgullo de la valencianidad, quedó como un muerto sin dolientes. El gobernador Henrique Fernando Salas prometió en su campaña restituirlo a sus legítimos propietarios. Emitió unos decretos dejando sin efecto los de Acosta Carles, que no se han cumplido. Los abogados defensores se desentendieron y la junta directiva, presidida por Elis Mercado, permanece con silencio inexplicable. Dicen que son estrategias. Como sentenció Ricardo Maldonado “es un gobierno en el exilio”, lo que evidencia que los invasores están ganando una batalla para apropiarse de unos bienes que forman parte del patrimonio cultural de Venezuela. Algo completamente inaceptable y ante lo cual, el legislador Augusto Martínez, debe reflexionar para no emitir declaraciones tan lamentables como las publicadas el viernes, con las que se comprometió él, en lo personal, y al Consejo Legislativo, cuando afirmó que la colección de Arte del Ateneo está en perfecto estado. ¿Cómo puede decir eso de un inmenso conjunto de obras arrumadas en un sótano sin recibir cuidados museográficos, desde hace más de dos años?. ¿Quiénes son los expertos en conservación que le aseguraron eso?. En vías de extinción Esa colección debe estar en grave peligro. Las obras de arte requieren de cuidados especiales y ambientales, que no se les han podido prestar porque eso cuesta muchísimo dinero y porque se necesita de especialistas con los que no cuenta el Ateneo. Allí están obras de Alejando Otero, César Rengifo, Jacobo Borges, Alirio Palacio, Pedro León Castro, Héctor Poelo, Braulio Salazar, entre otros, restauradas en 1982 después de una inundación, que deben permanecer con cuidados especiales, de acuerdo a instrucciones de la Galería de Arte Nacional. Está el valiosísimo cuadro Primavera, de Alfredo Mannesier, que mereció el premio de la Exposición Internacional de 1955, en la que participaron los más prestigiosos artistas europeos y latinoamericanos. Hay un cuadro de Arturo Michelena y otras obras, donadas o adquiridas por el Ateneo cuya situación se desconoce, y están las obras de los más destacados artistas nacionales de finales del siglo XX y de lo que va del presente incluyendo instalaciones, videos y fotografías. Sería un error imperdonable que, por las pugnas políticas del momento, la ciudad de Valencia pierda ese inmenso patrimonio. O, si por la indiferencia o el conformismo, se permite que el gobierno nacional lo confisque para regalarlo a museos o a particulares, como sucedió con las colecciones que tenían los bancos que quebró Fogade. Es hora de una reflexión y de un acuerdo. Lo sensato no es imponer la mayoría en un órgano legislativo contra grupos, prácticamente, entregados. Hay que tomar en cuenta que los bienes del Ateneo han sido el producto de muchos años de dedicación de gente de diferentes generaciones que no actuaron en función política o económica. Si el gobierno nacional necesita un edificio para instalar una universidad, que disponga del edificio de la calle Salom, que nunca ha funcionado completamente. Pero que le permita al Ateneo de Valencia conservar el edificio de su legítima propiedad, en la avenida Bolívar, y de su colección de Arte que ha sido un legado de grandes artistas a esta ciudad, a ninguna otra. El diálogo y el entendimiento será lo único que detendrá el desastre que comenzó hace dos años. Valencia lo reclama. Ojalá que, quienes gobiernan, lo entiendan así y recuerden que el poder es tan pasajero como eterno es el arte.

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