martes, 2 de diciembre de 2008

Hoy y Después en Valencia


Esta imagen ha sido agregada por Eddy Chacón
Este artículo tomado del Diario El Carabobeño 30.11.08. No tiene Firma




Todo pasa, pero no toda queda, contradiciendo el poema de Antonio Machado. Se acabó el gobierno del general Luis Felipe Acosta Carles quien no supo entender el espíritu de una ciudad como Valencia, tan apegada a sus tradiciones ancestrales que no gusta del lenguaje violento, ni del desconocimiento de sus instituciones fundamentales. Pensamos en que, si el general Acosta Carles hubiese gobernado, como lo hizo en los últimos meses, le hubiese sido fácil repetir como gobernador. Pero, envenenado por sus asesores y por la prédica revolucionaria sobre la necesidad de acabar con la godarria valenciana, tomó decisiones que, su sucesor tendrá que dejar sin efecto, alegría de todos quienes nos opusimos a sus reprochables medidas. El gobernador Acosta Carles no creyó que le habían mentido quienes le hicieron creer que el parque Fernando Peñalver se llamaba Negra Hipólita, cuando éste se limitaba a la pequeña extensión frente al Paseo Cabriales, y no a la espaciosa área verde construida en el primer gobierno de Henrique Salas Römer. Sin ninguna necesidad, Acosta Carles hizo un gasto enorme para sustituir los artísticos vitrales de los pilares de la cerca del parque, concebidos por el fallecido artista Roque Benavides para colocar láminas plásticas con el Arco de Carabobo. Haciéndole caso a adulantes de turno, rebautizó el parque como “Negra Hipólita”, cambió la bandera del estado y hasta quiso eliminar, como símbolo del estado, el Sol de Carabobo, que recuerda el espléndido sol que salió al ganarse la Batalla de Carabobo en 1821. La excusa era que ese símbolo lo pusieron los Salas para hacerle propaganda a su partido. La cultura agredida Hubo tantas equivocaciones que funcionarios gubernamentales aseguraban que Fernando Peñalver era el abuelo de los Salas Römer, quizá porque ignoran que fue el prócer que firmó, por Carabobo, el Acta de la Independencia en 1811 y que fue el primer gobernador de esta región de 1824 a 1826. En este año fue destituido por estar opuesto al movimiento La Cosiata que separó a Venezuela de la Gran Colombia. Pagó caro su consecuencia y admiración con el Libertador Simón Bolívar, del cual era su consejero. Por todas estas razones, el gobernador Henrique Fernando Salas Römer, en uno de sus primeros decretos, debe devolverle a Valencia su parque con el nombre de “Fernando Peñalver”. Imperdonable fue la decisión del gobernador Acosta Carles de autorizar la toma del Ateneo de Valencia y de expropiarle su sede para que lo invadieran gente que nada tiene que ver con la cultura, que convirtieron el venerable edificio en la casa del partido de gobierno, que posteriormente le declaró la guerra al gobernador, después que Chávez lo calificó de traidor por aspirar a la reelección. En los dos últimos años el Ateneo de Valencia fue condenado a una degradación que avergüenza mientras su inmensa y valiosa colección de Arte Venezolano se deteriora por abandono y por falta de mantenimiento. En este desbarajuste que vive el país, no se le hizo caso a dos decisiones judiciales ordenando la desocupación del inmueble. Y, como si esto fuese, poco el gobernador arremetió contra el Ateneo expropiando el Salón Michelena y las Bienales Literarias José Rafael Pocaterra, Enrique Bernardo Núñez, Cantapirulero y el edificio administrativo. Fue un ensañamiento increíble con una institución que ha sido el emblema cultural de Valencia. Hay que rectificar El gobernador Henrique Fernando Salas Römer está obligado a hacerle un desagravio a la ciudad de Valencia, dejando sin efecto los decretos que expropiaron al Ateneo de Valencia de su patrimonio, ante lo cual las autoridades de justicia incumplieron sus obligaciones con la promesa de hacerlo “después que pasen las elecciones”. Por los abusos cometidos en la administración gubernamental que está por concluir, el Ateneo de Valencia tuvo que pedir sedes prestadas para la celebración del 64º Salón Arturo Michelena, que ha salido adelante por el esfuerzo del presidente de la institución José Napoleón Oropeza y de un grupo de colaboradores. Ha sido un ejemplo de la tenacidad del movimiento cultural de la ciudad para impedir que el Salón Michelena desapareciera. Llegó a tanto el gobernador que convocó a un salón Michelena paralelo que, ni siquiera, pudo ver porque cuando lo inauguraron ya los chavistas tenían tomado el Ateneo y juraron que allí no entraría él. Son pocos los que han visto esa muestra, que estuvo bajo la curaduría de Zuleiva Vivas, quien también cayó en desgracia con el gobierno. La gente no ha ido a verla temerosa de agresiones, porque allí quien no se identifica como chavista es calificado de traidor. De tal manera que el Salón paralelo pasó como si no hubiese existido. El gobernador Acosta Carles ordenó que los 25 millones de bolívares, destinados al Premio Arturo Michelena, del Salón Michelena, fuesen adjudicados al salón paralelo. Creemos que ese premio no ha sido entregado, porque ni siquiera se supo si el jurado emitió veredicto, por lo cual ese montó que está en el presupuesto de 2008, debe ser destinado a su legítimo destinatario: el Salón Arturo Michelena, cuyos organizadores no han logrado reunir esa cantidad para pagar el primer premio de la muestra. Los invasores dejan el Ateneo en la ruina y costará muchos acondicionar nuevamente sus hermosos espacios. Fue una agresión tan brutal, imposible de olvidar en los sectores culturales que nunca habían sufrido algo parecido. Celebramos la elección de Henrique Fernando Salas Römer como nuevo gobernador de Carabobo, seguros de que será incapaz de cometer actos en contra de la cultura de Valencia, como lo hizo su antecesor, a quien hay que reconocerle que hizo una labor social que favoreció a mucha gente humilde. Quizá actuó de buena fe pero le mintieron colaboradores que eran sus enemigos.

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