lunes, 23 de marzo de 2009

Hoy y Después en Valencia

Fuente: http://el-carabobeno.com/p_pag_hnot.aspx?art=a220309b05&id=t220309-b05


El domingo anterior fue juramentada la nueva junta directiva del Ateneo de Valencia, presidida por Elis Mercado, ex rector de la Universidad de Carabobo, con la presencia de una distinguida representación de sectores de la ciudad.

Según nuestro punto de vista -muy particular-, creemos que hubo apresuramiento para celebrar ese acto, porque ha debido esperarse a que la situación fuese solventada con la entrega, a sus legítimos propietarios, de las instalaciones del Ateneo, tomado desde junio de 2007, una vez que se hubiese cancelado o abonado lo que se les debe a los trabajadores. La situación no fuera tan incierta si los tribunales hubiesen cumplido con su obligación de ratificar que las sedes del Ateneo, en la avenida Bolívar cruce con calle Salom; de la Bienal de Arte Arturo Michelena y de las bienales de Literatura Latinoamericana son de la legítima propiedad de esa asociación civil. O, en su defecto, si el gobernador Henrique Fernando Salas hubiese derogado los decretos emitidos por su antecesor, expropiando ese patrimonio privado. Nada de eso se hizo, y como a manera de broma pero cierta expresó el ex rector Ricardo Maldonado, su colega Elis Mercado preside “un gobierno en el exilio”. El profesor Mercado debe tener muy en cuenta que la responsabilidad que ha asumido es más complicada y delicada de la que imaginó. El conflicto no será resuelto con conversaciones amistosas con los trabajadores, porque el reclamo inicial de ellos ha sido aprovechado para convertirlo en un ingrediente de la lucha política que existe entre el Gobierno Nacional y el regional, que no quiere echarle más gasolina a la candela cuando han sido recentralizados el puerto de Puerto Cabello, el aeropuerto internacional y la autopista. Mientras tanto Con esta situación, con jueces que no se atreven a tomar la decisión justa porque pueden perder el cargo o ser objeto de amonestaciones, y con instituciones que no defienden el patrimonio de la ciudad, el Ateneo de Valencia continuará sometido a un deterioro tan grande que podría conducirlo a su desaparición, a pesar de su glorioso pasado en la historia de la cultura venezolana. La nueva junta directiva del Ateneo debe insistir, ante los organismos legales, sobre la necesidad de recuperar los espacios de la institución y salvaguardar la invalorable colección de arte venezolano que allí reposa, integrada por las obras ganadoras de premios en el Salón Michelena, donaciones y adquisiciones. En estos días vimos en la prensa una fotografía del depósito en el que se encuentran esas obras. Aunque se informó que están bien, suponemos que el mantenimiento debe ser precario, por falta de personal y presupuesto, lo que indica que están en situación de riesgo, pues las obras de arte necesitan cuidados especiales. Allí vimos el cuadro de una niña, de Arturo Michelena, donado al Ateneo por Trina Mieres de Pinto en 1955; “Desnudo en Gris”, de Alejandro Otero, ganadora del Premio “Andrés Pérez Mujica” en 1945, y un paisaje de Elisa Elvira Zuloaga de 1954, que participó en la histórica exposición internacional con motivo del Cuatricentenario de Valencia. Casualmente, estas obras no formaban parte del inventario del Ateneo, porque servían de cuña a los armarios donde estaban los premios Michelena, que encontramos por casualidad en un reducido cuarto del segundo piso del Ateneo, poco antes de que allí hubiese en 1982 una inundación que deterioró numerosas obras, entre ellas “Primavera”, de Alfredo Manessier, que ganó el gran premio de aquella confrontación internacional, en la que participaron 30 países. Alerta a tiempo Las consecuencias de aquel desastre, que conmocionó al mundo artístico venezolano, pudieron ser enfrentadas con la invalorable colaboración que prestó de inmediato el pintor Manuel Espinoza, quien presidía la Galería de Arte Nacional. Con asesoría de esta institución fueron rescatadas obras de Régulo Pérez, Héctor Poleo, Oswaldo Vigas, Pedro León Castro, Iván Petrovszky, Víctor Valera, Luis Guevara Moreno, Ramón Vásquez Brito y Braulio Salazar. Pero resulta -y aquí es donde está el peligro de la situación actual- que, después que se pagó un realero por restaurar las obras, la Galería de Arte Nacional argumentó que, en vista de que Valencia no tenía espacios para conservar tan valiosa colección, ésta debía ser llevada a Caracas. Desde El Carabobeño, especialmente desde esta columna y con el apoyo de nuestro amigo don Luis Cubillán Fonseca, libramos una batalla para que no se cometiera aquel atropello. Con el acierto que lo caracteriza, Armando Celli Giugni, presidente del Concejo Municipal de Valencia, hizo un pronunciamiento en defensa del patrimonio artístico y cultural de la ciudad, al mismo tiempo que autorizó la erogación de un millón de bolívares para que el Ateneo acondicionara sus espacios. Eran otros tiempos y la Galería de Arte Nacional se quedó tranquila, pero esa situación se ha vuelto a plantear luego que una comisión de la Asamblea Nacional vino a inspeccionar la colección, como quien no quiere la cosa. Como está la situación después que ese organismo acabó con la descentralización, no resultaría nada extraño que se vuelva a argumentar que Valencia no puede conservar su colección de arte, por lo cual debe pasar a propiedad de la Galería de Arte Nacional o del Museo de Bellas Artes en Caracas. No estamos haciendo elucubraciones, conocemos suficientemente esa colección, de la cual fui curador durante muchos años, y sabemos del inmenso valor que tiene dentro del arte latinoamericano. Así que advertimos, a las instituciones culturales y a la junta directiva del Ateneo de Valencia, presidida por Elis Mercado, que deben “ponerse las pilas”, porque nos vamos a quedar sin el chivo y sin el mecate.

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